Muchos acontecimientos que suceden a lo largo de nuestra vida, influyen en la formación de un estilo que, en la mayoría de los casos, no refleja nuestra verdadera esencia. Por ejemplo, el hecho de convertirse en mamá siendo muy joven, tener una pareja mucho más mayor que tú o viceversa, trabajar en una empresa con estrictos cánones de vestimenta…etc.

Todos estos factores han condicionado nuestra manera de expresarnos y han marcado nuestro estilo de vida. De allí viene esa sensación de vacío, de abrir nuestro armario y no ver nada que nos llene de alegría.

Queremos algo que nos haga vibrar, queremos más luz! Sabemos que algo falla pero, no tenemos ni idea de qué es, ni de cómo podríamos remediarlo. Y así van pasando años y empezamos a aceptar nuestra imagen, dando por hecho que nos hacemos mayores y que éste es nuestro verdadero yo.